Los principios de curso siempre son complicados en todos los centros educativos. No conozco ningún profesor que cuando llegue septiembre no sienta ese estrés de tantas cosas por hacer y tan poco tiempo para prepararlas… y si a eso le añades la introducción, por vez primera, de la tecnología en el aula, el cocktail puede ser interesante.
Pero todo es cuestión de actitud y motivación, palabra que parece ser tabú y que muchos han utilizado para menospreciar su potencial, y que como todo debe ser utilizada en su justa medida. Y eso es lo que han tenido los profes del Col•legi Sant Francesc que durante cuatro tardes han estado aprendiendo qué pueden hacer con tecnologia en el aula y qué situaciones problemáticas se van a encontrar durante el curso.
Pero primero pongámonos en contexto para conocer más la historia que para mí no ha sido una más. Llevo 7 años en la enseñanza, y los tres últimos años he tenido la oportunidad de aprender muchas cosas gracias a la Fundación Maecenas y la propuesta hecha desde el Col•legi El Temple hará ya cinco cursos. Gracias a todo esto he podido trabajar formando a otros profesores de distintos colegios y asesorar a equipos directivos en la puesta en marcha de procesos de cambio en innovación educativa.
Uno de los primeros pasos que di, fue ir a hablar con el Pare Tomeu Pont, que en paz descanse, para poner en marcha el mismo proceso de cambio que llevábamos a cabo en nuestro centro, hará ya cinco años. Me escuchó, como siempre lo hacía, y valoró la posibilidad. Pero veía demasiadas reticencias por parte de la gran parte del claustro. La idea cayó en saco roto… y con el tiempo se fue diluyendo.
Llegaron los premios, y tuve el orgullo, que desde San Francisco en su revista anual hicieran una mención de ello. Como ex-alumno e hijo de profesor fue un orgullo y agradecimiento eterno. Con el tiempo volví a insistir, vía otra persona especial por la amistad que tengo con él, Xisco Batle, que me abrió las puertas del equipo directivo para presentar una propuesta de cambio.
Y llegó el día, sentado en ese despacho de dirección que cuando era pequeño temía y ante la atenta mirada de aquellos que un día fueron para mí mis profesores. Les presenté una propuesta de asesoría, acompañamiento y formación en la introducción de la tecnología y un estudio exhaustivo de las condiciones en las que se encontraba el centro y como de preparados y motivados se encontraban los profesores.
Y ante todo el claustro me tocó presentar el proyecto que íbamos a llevar a cabo, una vez definidos todos los objetivos junto al equipo directivo del centro. Paso a paso el proyecto se fue definiendo, y llegó el angosto mes de septiembre con la formación en la que se debía mostrar a los docentes las dificultades que se podían encontrar en el aula y los recursos y metodologías activas que mejorarían el aprendizaje de los alumnos, porque no se trata de actualizar el colegio si no de transformarlo.
Allí estaba ante mis profes de toda la vida, explicando cómo deberían dar las clases para que esa tecnología transformara las aulas. Un momento impactante a nivel emocional que disfruté como un niño chico… Ver a mis profes motivados y emocionados, disfrutando y sonriendo, una tarde de jueves tras horas de trabajo matinales y mucha calor.
Al finalizar solo me quedó dar las gracias por la implicación y el gran trabajo realizado, estoy seguro que el proyecto poco a poco seguirá creciendo, mejorando y evolucionando, sin miedo a equivocarse porque esa y sólo esa es la mejor manera de seguir aprendiendo.
Y gracias, evidentemente, porque si yo estuve allí presente realizando la formación es responsabilidad de todos los que allí estaban sentados escuchándome, ellos fueron los que me enseñaron los valores que hoy paseo con orgullo. Y esa, y no otra, es la tarea que como docentes debemos marcarnos como objetivo, ayudar a crecer a nuestros alumnos académica y sobretodo personalmente, para que siempre se sientan orgullosos de donde vinieron.
La educación siempre deja huella. Nos vemos por las redes.
Kommentare